En realidad Dios no es ningún laberinto ni problema. Pero a veces los hombres lo hemos visto así. Especialmente en la cultura europea desde hace dos o tres siglos. Finales del XVII al XX. Sobre todo, en la Filosofía de moda: el inglés Hume, los enciclopedistas franceses Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Diderot, D’Alambert…, los alemanes Edelmann, Lessing, Herder… y otros europeos que no citamos y que aumentaron en el siglo XX. Convertían la Divinidad en un tema más mítico que digno de una serena reflexión, a la luz de distintas corrientes filosóficas de moda, más o menos volátiles. Y argumentaban con una dialéctica más bien filosófica.
Pero a otro nivel, con una dialéctica más bien cientifica –desde los avances científicos del siglo XVII al XX– algunos pocos ignoraban a Dios o le negaban, pretendiendo una explicación atea del Universo, de la Vida, del ser humano. A esta actitud, que sobrevive hoy, queriendo apoyar en la ciencia su agnosticismo, responde la temática de este libro más que a las hipótesis filosóficas más o menos volátiles.
Ni ha habido ni hay contradicción entre la verdadera ciencia y el dogma cristiano.
2011 – 278 págs.